#BajoelManzanillo, en la primavera de 1952, exigía soluciones para dos problemas que preocupaban a los almerienses. De una parte, los bancos de «paseos y plazas» que «levantaban el vuelo» gracias a la acción de los «bárbaros». Y, de otra, cuando la compañía Telefónica para establecer una llamada tenía hasta «diez horas de demora con Madrid». «No es el público el que está al servicio de la Telefónica, sino al contrario», se resaltaba en la columna de ‘Yugo’.
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Las tarifas ‘manga ancha’ de los cocheros de Almería en 1952
#BajoelManzanillo se ocupaba en junio de 1952 de las tarifas ‘manga ancha’ de algunos cocheros, que ‘cobraban a capricho’. Relata el caso concreto de uno de los coches de caballos que hizo un trayecto desde la estación del ferrocarril al centro de la ciudad cobrando el cochero 20 pesetas, prácticamente el doble de lo que debería costar. Criticaba que no se respetaran las tarifas.
Marinos americanos en Almería
#BajoelManzanillo comentaba en enero de 1952 el entusiasmo que se respiraba en la ciudad con la llegada a Almería de uno de los barcos -el LST 1144- de la Sexta Flota Norteamericana en el Mediterráneo, en una visita a varios puertos, además de al almeriense a los de Málaga, Alicante, Palma de Mallorca y Valencia. El cañorero español «Sarmiento de Gamboa», que fue botado en 1950, acompañó al buque americano, dando un ambiente excepcional al andén de costa, ya que los almeriense pudieron visitar las dos embarcaciones.
La ‘calderilla’
#BajoelManzanillo denunciaba en 1952 el problema que creaba la falta de ‘calderilla’ en sitios donde había que hacer pagos: «Es realmente inexplicable que un servicio de ventanilla, montado para atender al público que va solo y exclusivamente a ‘dejarse caer con la pasta’, no tenga el cambio suficiente para cumplir su cometido». Un problema que al cabo de casi varias décadas con la implantación del euro se suscitaba también, pero que ya ha encontrado muy variadas soluciones. Por suerte, claro.
Los mendigos de 1951, en Almería
#BajoelManzanillo de mediados de diciembre de 1951 relataba las andanzas en pleno centro de la ciudad de dos de los «poquísimos» mendigos que había en Almería, un hombre y una mujer. El varón se trataba de un «inválido que tiene un buen servicio de locomoción. Está de acuerdo con un individuo el cual, al ver aparecer a la autoridad municipal, carga con el mendigo y sale corriendo como un ‘gamo'»
