‘Bajo el Manzanillo’ pedía en 1951 que la Glorieta de San Pedro recuperara «pronto» y acrecentara, «si es posible, su original almeriensismo» para que «los pequeñines» puedan pasear «bajo la tutela de la sirvienta, que dicho sea de paso también aprovecha la ocasión para cambiarse ciertas miradas o palabras con algún que otro ‘sorche’ que por ella suspira en los claros de la luna de su guardia».
