Fútbol en la calle General Segura y pelota a mano en la plaza Virgen del Mar

#BajoelManzanillo nos traslada a los años 50 cuando, en Almería, el fútbol en plena calle y la pelota a mano en paredes improvisadas eran una auténtica pesadilla para «transeúntes», expuestos a algún «pelotazo». La calle General Segura, «mañana y tarde», ofrecía «una animación extraordinaria con los chicos dándole» al balón, y «para presenciar un ‘match’ de pelota nacional» solo bastaba con ir a la plaza Virgen del Mar, donde las paredes del santuario de la patrona se convertían en frontones.

La Feria del 52: escalada de la torre de la Catedral, el ‘Gargantúa’, y las ‘dos orejas, rabo y una pata’ para el torero Julio Aparicio

#BajoelManzanillo nos trae el grato recuerdo de la Feria de Almería de 1952 cuando el ‘Gargantúa’ constituía una auténtica atracción y ya se daba forma a un programa feriado amplio y muy popular. Los toros constituían parte fundamental de la fiesta: Julio Aparicio llegó a conseguir como trofeo ‘dos orejas, rabo y una pata’, triunfando también el diestro local Octavio Martínez ‘Nacional’. Hubo dos partidos amistosos de fútbol de la U. D. Almería con el Málaga y Mestalla y, como gran novedad, tres almerienses escalaron la torre de la Catedral, «la plaza registró uno de sus mayores llenos, y el público resistió el temporal, con o sin paraguas».

Pequeño susto en el Santuario de la Virgen del Mar

Una pequeña explosión y las llamas provocadas por una bombilla de uno de los apliques de las columnas del templo de la Patrona de Almería hicieron cundir la alarma y provocaron la presencia sin intervenir de policía, local y nacional, y de los bomberos, llamados por jóvenes voluntarios de la Hermandad de la Virgen del Mar. Todo en un día tan señalado como la onomástica de la virgen y el 500 aniversario de la hermandad, con ausencia de la sagrada imagen.

Plaza de la Virgen del Mar, el encanto de lo sencillo

En la glorieta junto al santuario de la Patrona forman parte del espacio urbano las tallas escultóricas del padre Ballarín y de una madre con su hijo en brazos. Un lugar entrañable, que conserva en toda su esencia el toque almeriense.