Los mozalbetes que veían el cine desde los árboles y los perros que sembraban el pánico en 1952

#BajoelManzanillo del verano del 52 relata la escena tan almeriense de los mozalbetes que tomaban «posición» en el espeso ramaje de los árboles de la avenida de la Estación dominando «magníficamente la Terraza del Tiro Nacional» y presenciando toda película que se proyectaba, además de las reuniones de boxeo tan frecuentes en ese marco. Se ocupa también de los perros que «sembrando el pánico en todos los vecinos y molestando con sus ladridos durante las veinticuatro horas» deberían ser vigilados por sus propietarios

Terraza del Tiro Nacional, 1953. Combate de boxeo entre Juanito González y Juan Rodríguez, actuando de árbitro Becerra. El recinto de la avenida de la Estación no solo albergaba las sesiones de cine de noche, también interesantes reuniones pugilísticas. Fotografía del libro ‘El boxeo almeriense 1935 – 1992’, obra de Juan Ortega Beltrán.

Árboles

Los árboles han sido siempre víctimas propicias de los niños traviesos. Si se trata de viveros, los «peques» sienten un gran placer en troncharlos; si son esbeltos o copudos, reciben la mayor satisfacción trepando por su nudoso tronco y tomando «posición» entre su espeso ramaje. De esta suerte, el caso se viene reproduciendo en nuestras calles y plazas con frecuencia, sobre todo, en este periodo de vacaciones veraniegas, en que los chicos tienen rienda suelta para marchar solos a la playa y buscar nidos en la frondosidad de los árboles. Y, si apuramos más la cuestión, el hecho que promueve este breve comentario aun tiene más «hondas raíces». Se trata de aquellos que se alinean en la avenida de Calvo Sotelo (actual de la Estación), desde los cuales se domina magníficamente la Terraza del Tiro Nacional; allí ascienden los «rapaces», se acomodan en su ramaje y presencian el pase de la cinta. Y, lo que es peor, destrozan el ramaje y las hojas; y, como entre los chicos allí «elevados» reina el humorismo por excelencia, pretenden «tomar el pelo» al transeúnte que tiene la «suerte» de pasar, dejándole caer la bolita, la piedrecita y otras cosillas por el estilo que incitan a la oportuna represalia.
El caso está claro y es fácil su solución: vigilar esos primeros árboles de la avenida de Calvo Sotelo, «capturar» y amonestar a estos mozalbetes ejemplarmente, para evitar también, con ello, los perjuicios que pueda traer la caída, desde gran altura, de esos seres «inocentes», recordándoles que al cine se entra por la puerta.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, jueves, 10 de julio de 1952, página 2)

Perros

Se ha dicho que el perro es el gran amigo del hombre; cosa, sin duda, cierta, porque múltiples ejemplos nos lo atestiguan. Pero hay veces en que un can se olvida de este su mejor «título», y comete una fechoría tras otra, como viene sucediendo corrientemente en cualquier punto del mapa.
Con cierta frecuencia, en la sección de sucesos, se reflejan las mordeduras que producen; y, si bien no tienen, por fortuna, otras más graves consecuencias, proporcionan heridas y el consiguiente susto a quienes las sufren. Y es que, a pesar de la labor que se realiza en la matrícula y vacunación de los perros, son numerosos los dueños que no «cumplen» estos preceptos y ocasionan los consabidos perjuicios.
Tratándose de perros «huraños», de esos que «rechazan el trato social» y son los adecuados para la guardería de cortijos, no deberían «vivir» en la capital, o, al menos, colocárseles el bozal correspondiente. Esos «chuchos», que a la puerta de cualquier casa asustan al más pacífico ciudadano que transita por la calle; esos otros, que situados en las terrazas y azoteas, saltan, brincan y se trasladan de una manzana a otra, sembrando el pánico en todos los vecinos y molestando con sus ladridos durante las veinticuatro horas, deberían ser vigilados por sus propietarios a fin de evitar los peligros y amenazas constantes.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, miércoles, 30 de julio de 1952, página 2)

NOTA.- La terraza del Tiro Nacional no solo ofrecía cine, también reuniones de boxeo, que llenaban el amplio recinto de la avenida de la Estación (antes de Calvo Sotelo). La fotografía corresponde a 1958, en un homenaje a la Cruz Roja, que reunió a los púgiles más destacados de la época. La instantánea es del libro ‘El boxeo almeriense 1935 – 1992‘, obra de Juan Ortega Beltrán.

Publicado por José Manuel Román

Periodista

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