La playa, los veraneantes, las vacaciones y el Parque formaban parte de la Almería del estío en los 50

#BajoelManzanillo nos trae, a través de seis de sus columnas, el aire fresco de la Almería del estío en los años 50 del siglo XX. El ambiente de la playa, los veraneantes y turistas, la costumbre de abarrotar el «litoral arenoso» con «llenos» históricos en días señalados, el molesto fútbol playero, el arreglo de los accesos a la costa y el frescor de la tarde – noche del Parque en «un ambiente agradable y cómodo«. Tradiciones que protagonizaban propios y visitantes y formaban parte de la ciudad más entrañable

Playa de Almería, Villa García, niños y mayores se dan cita en el ‘litoral arenoso’ a mediados de los años 50 del siglo XX. Foto del archivo personal de la familia BLANES GONZÁLEZ

Caras nuevas

Comenzamos ya a ver las caras nuevas de estos meses del estío. Las vacaciones veraniegas se las han tomado muchos con cierto adelanto, pues se creen que van a quedarse bastante cortos para las fiestas agosteñas. Por cierto que hay veces que uno se hace ilusiones y cree que ya estamos en agosto, cuando al pasear por el parque de José Antonio (actual Nicolás Salmerón) observamos gran número de atracciones -el circo, carrusel, etc.-. que le dan un aspecto alegre y movido.
El lugar hermoso y jovial del puerto, embellecido por los exuberantes jardines del Parque, es ciertamente el sector de la población donde mejor se pasan las horas. Allí, ante la fresca brisa marina, con el aroma de las flores y plantas que lo adornan, al murmullo, no muy perceptible, del agua que mantiene llenas las fuentes del Parque nuevo, encuentra todo almeriense un ambiente agradable y cómodo.
Por las tardes, sobre todo, nuestro Parque va alcanzando una animación verdaderamente extraordinario, que irá creciendo conforme avance el tiempo y el calendario señale nuestras tradicionales fiestas, máxima atracción del forastero, y retorno, por unas fechas, de los almerienses que, a causa de sus ocupaciones, han de vivir separados de la inolvidable y siempre acogedora patria chica.
Almería, pues, que se la titula «encantadora estación invernal», no lo es menos en verano, en cuya época, si bien hace el consiguiente calor, también es exacto que cuenta con lugares apropiados, envidiables, en los que se contrarresta y desaparece: su playa, su puerto, su parque, su Alcazaba…

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, sábado, 5 de julio de 1952, página 2)

Playa

Jornada apacible la del domingo. Un día clásico de verano, en el que la playa tuvo uno de los mayores «llenos». A lo largo del litoral arenoso, junto a la blanca espuma marinera, se concentraron centenares de familias, que pasaron el día, gozando de las delicias del mar. guarecidas, como pudieron, del sol, con algún «capuzón» que otro, pasaron las horas en dulce calma, y mientras los mayores nadaban como «maestros» o montaban en barca como ágiles remeros, los chicos ahondaban en la superficie arenosa, formando cuevas y túneles, que ponían en comunicación con caprichosos caminitos. Tampoco en esta afición infantil faltaron las «rampas», en las que algunos pasaron un pequeño susto.
Vista la playa desde un lugar que la domina, se observaba una panorámica estupenda. Difícilmente se encontraban huecos sin casetas portátiles y sin bañistas, lo que es prueba del entusiasmo y afición que existe en nuestra ciudad hacia el mar.
Cuando el sol se ponía, el parque recobró su acostumbrado bullicio, y la Banda Municipal de Música se encargó de amenizar la tarde con un escogido repertorio. Las numerosas atracciones allí instaladas, que nos traen ya el mensaje anunciador de unas próximas fiestas, constituían el conjunto armonioso y simpático que es el Parque almeriense en un domingo veraniego.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, martes, 8 de julio de 1952, página 2)

Veraneantes

Almería va convirtiéndose, indudablemente, en una auténtica estación veraniega. Título tiene ya de invernal, que ha de hacerse extensivo también -porque así lo merece- a esta época del estío, para lo que cuenta con su mar y playa, que nada tienen que envidiar a las de más renombre.
El que nuestra ciudad vaya adquiriendo un valor turístico, gracias a la labor que en pro de ello se viene haciendo, cuidando, con especial esmero, de sus lugares artísticos, nos lo dice la afluencia de visitantes, que va creciendo día a día.
Una clase de ellos la constituyen los verdaderos turistas que, en su ruta por la península, incluyen a Almería en el itinerario, y la visitan, aunque de una forma rápida, ya que han de continuar la excursión. Son estos, precisamente, los que a diario llenan nuestros hoteles, convirtiendo por la noche sus puertas, en verdaderos aparcamientos, que dan idea del tráfico turístico existente.
Incluimos, naturalmente, a los que llegan a Almería para permanecer en ella una larga temporada, un permiso, unas merecidas vacaciones, después del intenso estudio o trabajo, que en muchos casos serán paisanos, que están la mayor parte del año, fuera de la tierra. Estos son los que van llegando ya, para pasar aquí las fiestas agosteñas, y también, los que pueblan la superficie arenosa, alegre y animada de nuestra playa.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(‘Yugo’, viernes, 18 de julio de 1952, página 4)

Aspecto de la playa de Almería en uno de los días señalados de máxima afluencia en los años 50 del siglo XX, tan bien descrito por ‘Bajo el Manzanillo’.- Foto MUSEOS DE TERQUE

La playa

La visita a la playa almeriense, en un día festivo y aún en cualquier otro laborable, ha hecho exclamar últimamente a todos, que jamás se ha visto tan concurrida como ahora. Desde el Centro Náutico hasta el río, todo estaba el domingo sembrado de «casetas» portátiles y de bañistas que, con los atuendos apropiados, entraban y salían en el agua.
De esta importancia que va adquiriendo la playa de Almería se deduce que hay que cuidarla y procurar que la iniciativa de la Obra Sindical «Educación y Descanso», sea secundada, haciendo desaparecer ciertos edificios deteriorados, que en algunos sectores se observan.
Acertada medida ha sido el prohibir la extracción de arena de la playa cercana y populosa, ya que esto le hacía convertirse en una escombrera, propia más bien de otros lugares lejanos de la capital.
Por ello, nos congratulan todas las medidas de adecentamiento y limpieza de las vías que conducen a los balnearios, ya que por ser éstos ilusión principal de los propios y de los extraños que nos visitan, merecen tales atenciones, pues van encaminadas al mayor auge turístico de la playa almeriense.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, martes, 22 de julio de 1952, página 2)

Fútbol playero

Diariamente y, sobre todo, los días festivos, la playa es el escenario a donde acuden infinidad de familias almerienses que, en su mayoría, van a pasar un rato, agradable y tranquilo, situándose en la misma, con todos los utensilios necesarios para llevar a cabo la comida, la merienda o la cena.
Pero viene sucediendo que, algunos niños y mayores, allí donde más aglomeración de público hay, establecen un campo de fútbol, enviando el balón con los pies, cabeza y manos, de un lugar para otro, ocasionando con ello las correspondientes molestias a las personas allí reunidas. Vuela la arena -y otras cosas más-, que se introduce en las mochilas y cestas, uniéndose con la «merienda», lo que tan mal sienta a la hora de «consumir». Enfado que se agudiza, si el juego surge en el preciso momento en que las familias han «puesto la mesa», convirtiendo así una jornada apacible y fresca, en motivo de acaloradas discusiones y algún que otro mamporro, como hemos podido presenciar en varias circunstancias.
Por eso, sería muy acertado el recoger los balones en la porción de playa más concurrida, trasladando estos campos de fútbol a sectores más alejados, que gracias a Dios, los hay, puesto que existe un extenso litoral, y no se causarían molestias a los pacíficos ciudadanos que encuentran en la playa el deseado recreo estival.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, viernes, 25 de julio de 1952, página 2)

Playa de Las Conchas, zona de casetas de balo, a mediados de los años 50 del siglo pasado, en un día de verano.- Foto MUSEOS DE TERQUE

Accesos a la playa

Todos estamos conformes en que nuestra playa va sufriendo una transformación paulatina -aunque no con la rapidez que es de desear-. Nadie desconoce la importancia de lo realizado, como tampoco, el adecentamiento y el exorno de balnearios es la base fundamental de la estimación a que es acreedor el magnífico litoral almeriense. Y, de ahí que a todos nos agraden las obras y realizaciones encaminadas a este fin.
Hasta hace poco, era ciertamente molestísimo el pequeño recorrido que existe entre la Avenida de Vivar Téllez
(actual Cabo de Gata) y el Centro Náutico, por el mal estado de la calle Ángel Jover. Hoy ya, gracias a Dios, al haber incluido a la referida vía en el plan actual de pavimentaciones, ha quedado resuelto este pequeño problema, que viene, como decimos, a hacer más cómodo el acceso a la playa.
Demuestra ello, una vez más, el acierto que ha presidido la elección de calles por reparar, con lo que se va acabando con trozos de molesto e insoportable tránsito, dando a la ciudad, el aspecto limpio y de belleza, que su importancia merece.

EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(Yugo’, sábado, 9 de agosto de 1952, página 2)

Enlace recomendado
Álbum fotográfico ‘Historia de los Baños de Mar en Almería’

NOTA.- La foto destacada de portada corresponde a un grupo de niños disfrutando en la misma orilla del mar, playa de Villa García, en los años 50 del siglo pasado. Las familias y grupos de amigos llenaban el amplio litoral playero de la capital, sobre todos los días de fiesta y domingos.- Foto del archivo personal de la familia BLANES GONZÁLEZ.

Publicado por José Manuel Román

Periodista

Un comentario en “La playa, los veraneantes, las vacaciones y el Parque formaban parte de la Almería del estío en los 50

  1. Esa Almería la he vivido en el año 1958 como alférez provisional en el Regimiento de Infantería Nápoles 24.
    Dejé Ávila cubierta de nieve y llegué 24 horas más tarde a Almería cubierta de sol. No he olvidado ni olvidaré la hospitalidad, amabilidad y sencillez de sus gentes. Solicité permiso para organizar cursos de alfabetización de todos los soldados que tuviesen dificultades para leer y escribir. Fué una gran experiencia humana y satisfacción personal por las amistades que hice con algunos soldados y sus familias. Almería era un paraiso. Espero y deseo que lo continúe siendo.

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