#BajoelManzanillo saborea la belleza incomparable de nuestro ‘mar libre’ en plena bahía cuando ya atravesamos el ecuador del otoño. La propia Carmen de Burgos, que da nombre al Paseo Marítimo, hace ya más de un siglo lo definía así, como «uniéndose al horizonte y confundiéndose con el cielo, tan igual a él, que la vista no podía precisar si era todo mar o todo cielo»

Cuando el resto del continente y de España ya empiezan a estremecerse de frío, en el paso del ecuador del otoño, aquí, pleno noviembre, en Almería mantenemos la benignidad del clima, la bondad del paisaje y la dulzura que cada día nos ofrece el mar de nuestra bahía, envuelto en una luminosidad y colores únicos y propios de nuestro entorno. A veces no somos capaces de apreciar tanta belleza y este regalo que, sin duda, nos da el microclima almeriense.
Hoy, nuestro paseo por la bahía desde los márgenes del río Andarax hasta el puerto, nos dan unas imágenes bellísimas que compartimos y que sirven para saborear la grandeza de lo que nos rodea.
La periodista y escritora almeriense Carmen de Burgos Seguí ‘Colombine‘, que da nombre al Paseo Marítimo de Almería, en su novela más autobiográfica -‘La malcasada‘-, ambientada en la capital almeriense, supo captar ya en las postrimerías del siglo XIX la grandeza de nuestro ‘mar libre‘. Cuando la protagonista del fracaso amoroso objeto de la obra literaria, Dolores, se asoma al principio del ‘Malecón‘ (Parque Nicolás Salmerón) o del ‘Contramuelle‘ (andén de costa del Puerto de Almería), describía así lo que veía y sentía:
«…A un lado esta el mar, abrazado por los diques del puerto, manso como un balsón, sembrado de luces y embarcaciones, entre las que descollaban las grandes moles de los buques de alto bordo. Más allá, el mar libre, uniéndose al horizonte y confundiéndose con el cielo, tan igual a él, que la vista no podía precisar si era todo mar o todo cielo«. Esa misma sensación sigue produciendo la bahía pasado más de un siglo largo del relato de Carmen de Burgos, donde, por cierto, nos ofrece el retrato más cercano y exacto de los ambientes, ritos y costumbres de la Almería de finales del siglo XIX.
Más adelante, ‘Colombine‘ nos transmite la sensación que la misma protagonista de ‘La malcasada‘ sentía al contemplar la ciudad: «Todos aquellos lugares tenían ahora un sentido doloroso que no habían tenido antes. Había como un acorde musical en las noches, saturada de un perfume de mar y de magnolias. Sus ojos buscaban la llanura del mar, en cuya calma había adormecido tantas veces las tempestades de su alma«. Esa paz que transmite el mar de Almería sigue ahí, al paso y contemplación de todos. Un lujo y un placer para los sentidos cuando ya nos disponemos a superar el ecuador del otoño almeriense.
José Manuel Román
Periodista



























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