#BajoelManzanillo, la víspera de Reyes, 5 de enero de 1952, pedía al Ayuntamiento para los pequeños «lugares o zonas de recreo y juegos, haciendo desaparecer estos ‘estadios’ ambulantes con las ‘clásicas’ porterías de piedra», a fin de evitar «el ‘pelotazo’ a cualquier pacífico joven o viejo que pasa por la vía o acera». O, como denuncia más adelante, el 24 de enero, para acabar con el maltrato «con toda clase de ‘odios y rencores’, sobre todo, a los cristales»

No cabe duda que el juego de los niños denota su viveza y alegría, y de ahí que sea muy conveniente que ellos cuenten con lugares apropiados para sus ratos de ocio y esparcimiento, tan merecidos como necesarios. Lo que no aprobamos es que cada calle, cada plaza de la ciudad sea, no solo un lugar de juegos infantiles, sino un campo de fútbol. Y es lo que viene ocurriendo siempre pero con mayor actividad de un poco tiempo a esta parte. Denota ello, desde luego, la importancia y la propagación que cada día va teniendo el deporte favorito. Pero esto, precisamente, debe observarse en terrenos adecuados, siempre apartados y aislados, de la circulación de vehículos y del tránsito del público. De lo contrario, ocurrirá lo que viene sucediendo. El «pelotazo» a cualquier pacífico joven o viejo que pasa por la vía o acera; el «frenazo» en seco o «mojado» de un coche, que encuentra al niño que presuroso va a por la pelota; el cristal que sufre las consecuencias, o el camarero -como ayer presenciamos- que vio rodar su media docena de servicios con la consiguiente «espantada» de los chicos que corrían más que un «gamo» y que no hubo medio de pedirles «indemnizaciones» ni responsabilidades. Y así, cabrían muchísimos ejemplos, reales y verídicos, a los cuales debe ponerse tope, tanto por los daños que se evitarían, como por el buen gusto y tono de la capital.
Como decimos, es necesario que el Municipio ponga a disposición de los pequeños ciertos lugares o zonas para recreo y juegos, haciendo desaparecer estos «estadios» ambulantes con las «clásicas» porterías de piedra, que son establecidas, si no hay otra cosa a mano; con un par de adoquines.
EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(‘Yugo’, sábado, 5 de enero de 1952, página 2)

Rotura de cristales

Existen en diversos sectores de la capital algunos chicos, tan mal educados como peor aleccionados, que, además de hacer el tránsito imposible con su fútbol callejero, cuyo peligro hemos comentado en repetidas ocasiones, causan también graves perjuicios a sus vecinos.
Es corriente la recepción de cartas exponiendo estas pequeñas molestias, que tienen su fundamento en los juegos impropios públicos de ciertos muchachos, que no son precisamente los más educados, ni los más aplicados del colegio, si es que a él van, que de todo hay en la ciudad. Pues bien, entre este semillero de cartas que van llegando a nuestro periódico, hoy destacamos las de unos vecinos de la calle y plaza de Marín, a cuya fachada trasera un grupo de pequeños maltrata con toda clase de «odios y rencores», sobre todo, a los cristales, que no los dejan cumplir su misión de transparencia. No se trata de un cristalucho de una insignificante ventana, sino de varios, algunos de ellos, bien hermosos de tal suerte que su reposición es cosa de «arrascarse» bien el bolsillo.
Estos gestos de individualidad infantil bien podrían ser reprimidos con la presencia e investigación de la autoridad municipal, que tantas veces ha demostrado su eficacia, y que en este caso se sumaría un éxito más, ya que el cual bien lo merece, pues además de asegurar la permanencia de los cristales, evitaría el posible «pildorazo» al físico de cualquiera de aquellos sufridos vecinos.
Manos a la obra, pues, y a ver si pronto se termina el «fútbol callejero», la exterminación de cristales y los heridos leves que, en consecuencia, buscan auxilio en la Casa de Socorro.
EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(‘Yugo’, jueves, 24 de enero de 1952, página 2)






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