#BajoelManzanillo hace un recorrido por la amplia trayectoria de un siglo de la saga de los Gabín, vendiendo y distribuyendo periódicos en Almería. La profunda crisis de los últimos años en los medios impresos, y las consecuencias de la pandemia y otras circunstancias han provocado el cierre del quiosco de prensa que regentaba la tercera generación de esta familia almeriense en el barrio Mediterráneo

Las consecuencias económicas de la pandemia, el estado de alarma, la crisis del sector de medios de comunicación y otra serie de circunstancias se están cebando con los vendedores de publicaciones periódicas, que podrían tener los días contados. De hecho ya tenemos consecuencias cercanas en nuestro entorno almeriense. Mientras en Madrid los quioscos de prensa no remontan con caídas del 80 % en las ventas, aquí, en Almería, la situación es muy similar e, incluso, peor, ya que han sido varios los que se han visto obligados al cierre, sumidos en una auténtica ruina. Quienes han alternado con alguna que otra actividad diferente a la de la venta de prensa, han mantenido el tipo como han podido, otros echaron la persiana.

Uno de los que han padecido esta profunda crisis ha sido el quiosco ‘Natividad‘ de la plaza Vicario Andrés Pérez Molina, en pleno corazón de la calle Artés de Arcos. Formaba parte del espacio urbano del barrio Mediterráneo, siendo punto de encuentro de la vecindad desde prácticamente cuando se levantó la populosa barriada. El cierre del quiosco ha acabado con tres generaciones de vendedores de periódicos cuyas raíces las encontramos en el primer tercio del siglo XX, cuando Higinio Gabín, hacia lo propio en el diario ‘La Independencia’, asistido en todo momento en la distribución y venta de publicaciones periódicas por toda su familia. Tras la Guerra Civil, en 1939, comenzó a trabajar en las mismas labores en ‘Nueva España‘ y ‘Yugo‘, incluso se responsabilizaba del reparto de la prensa que venía de Madrid, entonces con días de retraso. Esta labor la acometía también con su entorno familiar, llevando los diarios a las casas de los suscriptores.

La tradición continuó después con sus hijos, sobre todo con Domingo Gabín Rueda (Almería, 1933 – 2014), a quien, como se suele decir, le salieron los dientes entre periódicos, como al resto de sus hermanos. En los sesenta, Higinio se jubila y su puesto en el cierre y distribución de “Yugo‘ – ‘La Voz de Almería” lo ocupa Domingo. No olvidemos que, si importante es la elaboración de un periódico por parte de la redacción y los talleres, no menos es la distribución y el hecho de que el producto llegue a primera hora a los lectores, bien a sus casas, bien a los puntos de venta. Y, en aquellos años, el cierre del diario era siempre de madrugada, con escasas tres / cuatro horas para la impresión y posterior salida a la calle. El trabajo manual era fundamental –preparación, loteado, empaquetado, etc.- y ahí, Domingo se dejaba el pellejo literalmente, madrugada tras madrugada. Luego, compaginaría su trabajo en “La Voz” regentando el quiosco que le concedieron en la desembocadura de la calle Hermanos Machado con Artés de Arcos, en la plaza Vicario Andrés Pérez Molina. Allí ha permanecido fiel, vigilante, hasta que las fuerzas le fallaron en 2014. Aun en sillas de ruedas no faltaba a su cita diaria con la prensa. Domingo estuvo ayudado por la tercera generación de los Gabín, sus hijos Natividad y Manolo, que se hicieron cargo del negocio tras la jubilación de su padre con la misma vocación de servicio de sus antepasados. Ellos se han visto abocados a padecer y sufrir las consecuencias del cierre.

El quiosco ‘Natividad‘ había conseguido ser uno de los de más venta de Almería en pleno esplendor de la prensa diaria. Después, con la crisis del sector de hace algo más de una década, pudieron a duras penas superar la tempestad. De varios cientos de periódicos que vendían al día pasaron al escaso centenar y más adelante, aún menos. Después llegó la pandemia, el estado de alarma y las consecuencias han sido demoledoras. Si a esto le sumamos el acuerdo de las empresas periodísticas para vender en los centros de las grandes cadenas de alimentación o comerciales, el hundimiento ha sido total. El cierre, era inevitable.
Si como algunos dicen, el papel, el periódico impreso, tiene los días contados (el ilustre catedrático Martínez Albertos vaticinaba en 2008 en Almería que en diez o veinte años), los quioscos, o se reinventan, se fortalecen con otras actividades, o definitivamente mueren como ha ocurrido con el ‘Natividad‘ y, con él, en Almería, la saga almeriense de los Gabín, vendedores de prensa con una trayectoria de prácticamente un siglo.
José Manuel Román
Periodista

