En diciembre de 1951, ‘Bajo el Manzanillo’ pedía la retirada del mercado de las cerillas ‘por la clase pésima de material fosforescente de las que la han dotado’ y por ‘no reunir las mínimas condiciones’. ‘Es algo que se hace acreedor al más duro comentario’, escribía EQUIS
Ayer fuimos testigos de una acalorada y justificada discusión, que iba a terminar un poco desagradablemente, si no llega a intervenir por fortuna un pacífico ciudadano. Sucedió en un estanco de la ciudad. Estaba presente una mujer, que con la indumentaria propia de un ama de casa en disposición de encender la lumbre, acudió a protestar enérgicamente de las cerillas que le habían dado. Una cajita de las de 0,25 pesetas, que ‘degolló’ íntegras, sin aprovechar ni una sola, tal es la clase pésima de material fosforescente de que las han dotado. Las palabras de la mujer fueron secundadas por otras personas que llegaron al establecimiento, y la cosa tomó caracteres de verdadera ‘batalla’. Todos estaban que ‘echaban lumbre’, con lo cual hubiera conseguido cualquier ama de casa encender el fogón sin tener que echar mano a las cerillas, que actualmente se vienen expendiendo en los estancos, sin que de ello tengan culpa alguna los resignados estanqueros. Sin embargo, el problema, aunque pequeño, proyecta el consiguiente malestar, ya que al no haber cerillas de 0,35 pesetas la caja y siendo de tan pésima calidad las ordinarias, constituye una verdadera ‘papeleta’ toda empresa que empiece por la ‘llama’. Buena nota debería tomar la Delegación en Almería del Monopolio de Cerillas, para hacer llegar a dicho organismo la más enérgica protesta a tan injustificado y censurable hecho. Un producto que no reúne ni las mínimas condiciones, debe ser retirado del mercado. Lo contrario, es algo que se hace acreedor al más duro comentario.
EQUIS (seudónimo de Manuel Román González)
(‘Yugo’, domingo, 2 de diciembre de 1951, página 2)
Bajo el Manzanillo 